CONSEJERIA

LOS DE ESPIRITUS DE VALENTÍA

Estoy convencida que el ejercicio de la consejería debe ser un llamado especifico de Dios a las personas que cumplen con requisitos exigentes para atender a otros, aunque el modelo del ministerio de la gracia es amarse unos otros, el consejero debe contar con ciertos atributos que hace más exclusiva su labor, no por el ministerio, sino porque quien lo ejerce.

La idea que ahora tengo de la consejería es que es para personas con espíritu de VALENTÍA, por lo tanto el consejero es un valiente ya que logra:

1. Retar su vida espiritual: además de aceptar y vivir este llamado especifico, el consejero debe perfeccionarse en el carácter de Dios de manera que su mayor enemigo Satanás no invalide su habilidad, la responsabilidad de acompañar en el desarrollo integral de una persona exige una vida integra, de transformación constante en el Señor; una relación continua con Dios para adquirir espíritu de sabiduría y dominio propio, para mantenerse firme y decidido. El aconsejar nos expone a crecer a la medida de Cristo y tener una vida conectada con su obra redentora.

2. Creer en el potencial puesto por Dios y ponerlo al servicio: cito 2 Crónicas 32:7 “el que está con nosotros es más poderoso que el que está con él”, fluir en el don de la liberación espiritual y permitir que Dios utilice sus sentidos espirituales para revelar aspectos de la vida de la persona atendida, y así equipar al otro para que desafíe su condición espiritual actual y sea liberado de su opresión.

3. Desafiarse así mismo: trabajar continuamente por una vida en balance, lograr vencer sus temores o dudas reconociendo sus límites, adquiriendo una alta conciencia de sí mismo y dominio personal, mantenerse vigoroso para acompañar a otros; también implica reconocer sus mínimos y cuando no sea apto tener el suficiente coraje para delegar o remitir.

4. Tener una mirada y escucha sin juicios: desarrollar la compasión, aceptación, identificación con el dolor, discerniendo la necesidad real del aconsejado (Mateo 9:1-8). Pedirle a Dios, mirar el otro como Dios lo ve.

5. Dejar ir y soltar cuando sea necesario: persistir con fuerza en la liberación del otro, pero identificar cuando el aconsejado no tiene la voluntad rendida a Cristo, lo que implica tener un espacio donde Dios muestre si se debe continuar o no con la persona y que Dios mismo manifieste cómo dejar ir la persona sin generar heridas.

6. Ser intachable: el consejero siempre será medido por Dios y por los hombres por lo tanto desarrolla su credibilidad cuando anda en integridad y buen testimonio, maneja los asuntos humanos con prudencia y confidencialidad y no abusa de su posición para manipular a otros.

Los consejeros son esforzados, acompañan a otros incondicionalmente, desarrollan su pasión a pesar de las dificultades, los obstáculos o quiebres de la vida. “Por tanto, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor, pues que no sabéis que vuestro trabajo no es vano en el Señor.” 1 Corintios 15:58

 

Por la pastora y psicóloga, Nayleth Guerrero Serrano

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